En un estudio realizado en la universidad de Illinois en Estados Unidos, se encontró que de seis tipos de oración entre los que estaban adoración, acción de gracias, súplica, confesión, petición y oración obligatoria, tres de estas originaban bienestar interior mientras que las otras tres por el contrario despertaban sensaciones negativas.
Por: Adrián Hernández/ “Ora et Labora” que traducido es algo así como “reza y trabaje”, se decía en los monasterios y según la tradición se adjudica a san Benito Abad (480-547) monje benedictino. Aunque investigaciones recientes aseguran que, ora et labora parece ser una locución del siglo XIX, lo que sí es bien cierto es que, en la entrada de todos los monasterios benedictinos, está presente y al parecer los monjes no sufren de estrés laboral.
Uno de los mayores desafíos del mundo laboral y de los mayores retos para los generadores del tema del bienestar laboral, es qué hacemos para evitar que el estrés impacte en la salud de los trabajadores y por supuesto que el Síndrome del quemado o Burnout como técnicamente se le llama, no siga ocasionando más estragos.
El tema es tan preocupante que para el año 2009 la OMS (Organización Mundial de la Salud) publicó un interesante trabajo donde evidencia que una de las 10 principales causas de suicidio en los trabajadores es el estrés laboral y su impacto directo en la salud mental de las personas.
Ya para el año 2019 la OMS se volvió a referir al tema y catalogó el Burnout o síndrome del trabajador quemado y lo incluyó en su Clasificación Internacional de Enfermedades. Pero ¿qué es el síndrome del trabajador quemado? Se presenta por la presencia de estrés en periodos prolongados de tiempo, de cinco a siete años, donde la persona no recibe ningún o poco reconocimiento por su trabajo que por lo general está enfocado en la atención de más personas.
Dentro de las características del Burnout están el agotamiento emocional que presenta el trabajador, despersonalización o deshumanización (cinismo o sentimientos negativos) y un sentido de logro personal reducido. La prevalencia del Burnout está del 10-30% de los trabajadores y los impactos directos son entre otros: costos familiares, personales y sociales y para la economía mundial al afectar la salud física y mental de los trabajadores.
Bajo este panorama y ante la nueva situación originada por el Covid, se hace necesario el diseño e implementación de programas que ayuden a promover y prevenir el impacto de este síndrome. Por eso me atrevo a proponer la Inteligencia Espiritual y con ella la práctica de la oración como un elemento contenedor del Burnout.
Ora y trabaja podría constituirse en un lema bien interesante en los escenarios de la vida laboral, de una parte, porque para el creyente, la comunión con Dios en sus oficios diarios no debe faltar y de otra porque según investigaciones científicas, la oración es un medio eficaz de ejercitación espiritual que se convierte en un contenedor de las posibles secuelas del estrés laboral.
No obstante, siendo la oración una práctica por lo general individual o grupal que en muy raras ocasiones se da en los ambientes laborales y que generalmente suele hacerse en templos o lugares de culto además de hacerse también a nivel individual en la intimidad y a veces mientras se va en el camino, puede sonar a una perdedera de tiempo para los directivos, dada la afectación de la productividad, hacerla en horario laboral y en o desde el sitio de trabajo.
Usualmente el orar está asociado con una práctica religiosa que independientemente de la confesión, la impulsa o promueve originando movimientos internos en el sentir de las personas que no siempre son de bienestar y plenitud. En un estudio realizado en la universidad de Illinois en Estados Unidos, se encontró que de seis tipos de oración entre los que estaban adoración, acción de gracias, súplica, confesión, petición y oración obligatoria, tres de estas originaban bienestar interior mientras que las otras tres por el contrario despertaban sensaciones negativas.
De los tres tipos de oración que generan bienestar interior de acuerdo al estudio mencionado anteriormente, se encuentran adoración, acción de gracias y petición. De Las otras tres, súplica, confesión y oración obligatoria no se hallaron manifestaciones de efectos positivos. Desde mi perspectiva y experiencia, la explicación podría darse en que sentimientos de culpa, sumisión y a veces indefensión son los que afloran aquí y por tanto conducen a la tristeza, a la frustración.
Hay otro tipo de oración que es reportada por la literatura científica desde las intervenciones en medicina y que no fue tenido en cuenta en el estudio de la universidad Illionis. Se trata de la oración de intercesión. Este tipo de oración se hace por un grupo de personas, donde se escoge a otro grupo de personas a veces hasta sin conocer su nombre ni su lugar de estadía, pero sí pidiendo sanación o bienestar.
Los resultados en estudios como los de Leibovici (1999), Riveros (2012) o Byrd (1988) con un grupo de pacientes coronarios, mostraron que los pacientes que recibieron oración a distancia y por personas desconocidas tuvieron recuperación temprana y el índice de muertes fue menor comparado con aquellos pacientes por quienes no se oró.
Si bien he mencionado que orar es una práctica muy común en los seres humanos y que además hay tipos de oración, conviene entonces precisar qué es orar. El concepto que tal vez muchos manejamos desde pequeños es: “hablar cariñosamente con Dios” y no está lejos, pues orar es entrar mentalmente o de palabra con la divinidad. Dicho también de otra manera: “es elevar el corazón y el alma hacia el ser Supremo”.
¿Qué pasaría se las empresas abrieran la semana laboral con un encuentro de oración?, ¿sería descabellado ver al director general, su equipo directivo y demás colaboradores, orando los unos por los otros?, ¿cuáles podrían ser los temas puestos durante el ejercicio de la oración?
Hay que comenzar por decir que la oración no es exclusiva de personas creyentes, hay quienes afirman que incluso un ateo cuando realiza un acto de amor, está orando en tanto que su espíritu se enaltece y la alegría que pueda producir su acto de amor, lleva a la armonía interna del beneficiado al saber que hubo un semejante que se preocupó por él.
Los estudios científicos que se han hecho sobre el impacto de la oración particularmente de la oración de intercesión evidencian que no solamente es beneficiado aquel que tiene fe sino que indistintamente si cree o no cree en la presencia de un Ser Superior, si es incluido en la lista de quienes están orando por él o ella, la oración hace su efecto tal y como lo haría en la persona que dice tener fe.
Mi experiencia me permite sostener que la oración sí puede mitigar el impacto del Burnout, dado que dentro del ejercicio de la oración se incluyen actividades propias de los seres humanos tales como necesidades económicas, de salud, bienestar, paz etc., el sólo hecho de sentir que alguien lo está haciendo por mí o que yo lo hago por otro establece una “Conexión” generando sentimientos de unidad, aprecio, vinculación, empatía etc., que fortalecen la debilidad psicológica de algunas personas, percepción de red de apoyo, así como la sensación de apoyo social y las dificultades para afrontar los problemas incluso con la ayuda y presencia de Dios. Elementos que se hacen presentes con el estrés laboral.